
El sexo puede llevar a la guerra, como ocurrió en Troya, o lograr la paz.
Cuando Lisístrata encabezó en Grecia una huelga en la que las mujeres les negaban las relaciones sexuales a sus maridos, para presionar el final de la Guerra del Peloponeso, ella tenía claro que la actividad bajo las sábanas es un arma tan poderosa que es capaz de cambiar conductas, de lograr la paz o de desencadenar guerras, como ocurrió...